Las glándulas hipo faríngeas o de alimentación de la cría se hallan, como su nombre lo indica, debajo de la faringe y de la frente; sus conductos corren por debajo del cibario hasta la placa hipo faríngea.
Cada glándula consiste en un tubo largo y espirado al cual están conectados, mediante cortos tubos laterales, varios cientos de pequeños cuerpos lobulares denominados acinis, que tienen la forma de granos de uva, y cuyo tejido glandular produce el alimento larval.
Las glándulas en su conjunto se asemejan a ristras de cebollas. En las abejas recién nacidas y en las que sobrevivieron al invierno pero que aún no alimentaron a la cría, los lóbulos son abultados, de color crema. A medida que las abejas completan el periodo de cría las glándulas se contraen hasta casi desaparecer y no vuelven a activarse. Estas glándulas son muy rudimentarias en la reina y están ausentes en el zángano. Su secreción es lechosa y pastosa, de color blanquecino, con una acidez pronunciada y es la denominada Jalea real.
Esta sustancia se administra a todas las larvas durante los 3 primeros días, pero a partir del tercero se agrega polen y miel a la alimentación de las obreras y los zánganos. Las larvas de las celdas reales continúan recibiendo exclusivamente la papilla real (a partir de entonces recibe el nombre de jalea real) hasta que son operculadas. Se trata de un alimento altamente energético, proteico, que contiene varias vitaminas del grupo B, en especial acetilcolina y ácido pantoténico, además de ácido 10•hidroxidecenoico. El alimento se coloca en las celdas por vía bucal.
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