jueves, 8 de diciembre de 2016

LAS ALAS

 

La abeja posee dos pares de alas membranosas, ubicadas en las parte media y posterior de tórax. Las de la parte media (primer par de alas) son las alas anteriores que se hallan mucho más desarrolladas que las alas posteriores o segundo par de alas.


Las alas son sacos de paredes dobles, recorridos y reforzados por nervaduras quitinosas y venas longitudinales y transversales, que forman
una verdadera red. Por su disposición y relación de medidas, se utilizan para clasificar las distintas especies; razas o subespecies (índices, alares y tarsales) de Apis. Si las observamos bajo el microscopio, las veremos cubiertas de pelos cortos. Durante el reposo se extienden sobre el dorso de la abeja, colocándose las posteriores bajo las anteriores. El borde anterior del ala recibe el nombre de borde de ataque y el posterior, borde de fuga.
Durante el vuelo, las alas están ensambladas (unidas) de forma tal que constituyen una sola superficie de sustentación. Ello es posible porque el ala anterior presenta en su parte inferior un pliegue longitudinal estrecho a la manera de una ranura o canal. Por su parte el borde de ataque del ala posterior posee alrededor de 20 ganchos que en el momento del vuelo abrochan con la ranura del ala anterior, de modo de formar un todo rígido que aumenta el rendimiento del vuelo. Cuando se posa, la abeja desengancha las alas, que retoman su posición natural.



Además de volar, las alas se utilizan para producir determinados sonidos y para regular la temperatura interior de la colmena. Las alas son accionadas en forma indirecta por los músculos longitudinales y verticales ubicados en el tórax. Dichos músculos, dos longitudinales y dos transversales, no están adheridos directamente a las alas, sino que, con su accionar, provocan una dilatación y contracción del tórax.
Se produce entonces el movimiento de batido hacia arriba y hacia abajo, el cual impulsa a la abeja hacia adelante.
El ritmo de batido de las alas de la abeja durante el vuelo es de alrededor de 250 ciclos por segundo, y probablemente sea mayor durante el vuelo acelerado. Este ritmo es demasiado alto como para que pueda controlarlo un mecanismo neuromuscular. En realidad está determinado por la estimulación y el estiramiento de un conjunto de músculos y la contracción de otro conjunto opuesto. Algunos investigadores estudiaron el límite de velocidad de vuelo que alcanza la abeja durante el vuelo y parecería que el promedio es de 20 km. /h, aunque puede llegar a 35 Km. /h. durante breves períodos.


Las alas del zángano son más anchas que las de la obrera y sus músculos más fuertes; su vuelo, por consiguiente, es más rápido. Al parecer sus antenas actuarían a la manera de indicadores de velocidad y dirección de corriente. Durante el vuelo se produce un gran consumo de energía y, para abastecerlo, la abeja necesita ingerir gran cantidad de azúcar.
La sangre de la abeja contiene alrededor de un 2 % de azúcar. Si dicho porcentaje se reduce a 1% la abeja no puede volar, y si disminuye aun más, al 0,5% apenas puede mover las alas. Durante el vuelo, el consumo de combustible aumenta 50 veces. El consumo en vuelo es de alrededor de 10 mg/h y, por lo tanto, su autonomía de vuelo con el estómago lleno es de sólo 15 minutos y el alcance de 10 km. aproximadamente. La autonomía y la distancia a recorrer se modifican si la abeja descansa, pues entonces el glucógeno almacenado en su cuerpo se convierte en azúcar. También influye que la abeja se reabastezca de combustible durante la ruta.



Microfotografía de un par de alas de abeja. La abeja tiene dos pares de alas membranosas delgadas, que se fortalecen por una red de venas. Ambos conjuntos se unen durante el vuelo mediante unos ganchos, quedando unidas ambas alas permitiendo desplazarse a la abeja

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