La actividad de la colonia de abejas está regulada por diferentes factores. Algunos de ellos son externos como el flujo de néctar y condiciones climáticas reinantes y otros internos que responden al momento de desarrollo de la colmena.
A modo de ejemplo, situémonos con la imaginación en el interior de una colmena durante el mediodía de una buena jornada primaveral: "Veremos nodrizas atareadas con la alimentación y mantenimiento de la cría. Algunas abejas preparando las celdas para que la reina continúe con la postura, retirando restos de capullos y dándole un perfecto acabado a la superficie con una fina capa de propóleos como agente bactericida y fungicida. Hacia el centro de la cámara de cría la reina con su séquito se desplazan en forma ordenada. La hembra fértil controla cada una de las celdas antes de depositar sus huevos. Con las patas delanteras mide el tamaño de la misma para determinar si pondrá un huevo fecundado para dar origen a una obrera, o si por el contrario hace falta poner uno sin fecundar porque la celda es más grande y albergará una cría de zángano. Las seis o siete nodrizas que la rodean le dan un trato preferencial. Su alimentación con jalea real es asistida permanentemente, mientras otras obreras jóvenes la cepillan y masajean.
Recortándose contra la claridad de la entrada, las receptoras se afanan por ayudar a descargar lo obtenido por las pecoreadoras. Vemos a dos obreras con sus aparatos bucales conectados. Una le está transfiriendo el néctar que trae almacenado en su buche melario a la otra. Sobre ambos canales las lenguas se mueven con rapidez para facilitar el flujo de néctar de una abeja a otra. Otra pecoreadora parece que ha encontrado una interesante fuente de alimento. Comienza un baile en forma de ochos y luego de cada ciclo mueve sus alas y abdomen con cierta intensidad emitiendo sonidos de baja frecuencia para indicar la distancia de la fuente. Las pecoreadoras que la rodean prueban el néctar libado para evaluar su calidad. El sentido de giro de la danza muestra la dirección en la que dicha fuente se encuentra. Una vez recibido el mensaje las pecoreadoras que la observaban salen en busca del preciado alimento. Es verdaderamente sorprendente ver la precisión con que fue transmitido el mensaje. Otra obrera llega con una gran carga de polen en las patas. Dos receptoras la ayudan a desembarazarse de las mismas y también con los cepillos de sus patas limpian el polen que trae adherido sobre su abdomen, tórax y cabeza. Nada se desperdicia, todo es aprovechado convenientemente. A ese polen lo mezclan con miel y lo acondicionan en las celdas inmediatamente sobre el área de cría. Con la cabeza lo compactan sacando todo el aire posible. Parece que hoy han encontrado otra fuente de polen, porque en los días anteriores habían estado recolectando del cardo (color violeta) pero el que descargan ahora es morado oscuro, ¿será de la acedera?. Varias guardianas vigilan desde el interior. Hay muy buena entrada de néctar, por eso casi no tienen que preocuparse de controlar el ingreso.
Solo hace falta hacer un par de vuelos de advertencia a ese abejorro anaranjado que se acerca subyugado por el intenso aroma del néctar recolectado. Allí van otras nodrizas realizando sus primeros vuelos de orientación. Por fortuna varias obreras agitan sus alas vigorosamente con el abdomen levantado y la glándula de Nasanoff expuesta para facilitarles el reconocimiento de su casa. La temperatura comienza a subir en el interior de la colmena y también la humedad que se desprende del néctar recolectado. Van a hacer falta más obreras ventilando para mantener un clima agradable en el área de cría. En el piso se van juntando cantidad de desperdicios: algunos opérculos roídos, capullos, algunas larvas enfriadas que retiraron las obreras sanitarias y un par de abejas muertas. Las encargadas de la limpieza se afanan por mantener todo en orden. Las larvas y las abejas muertas serán llevadas lejos de la colmena para evitar contagios. Un grupo de obreras comenzó a estirar algunas celdas reales. La familia ha decidido dividirse en breve. Cuando empiece el aovado en las mismas se sobrealimentarán para hacer frente al desafío de fundar una nueva familia en las proximidades. Es la ley de la vida. Ahora el calor es verdaderamente agobiante. Hay que reforzar la ventilación. Las que estén descansando tendrán que hacerlo afuera para poder bajar la temperatura. Van a tener que colgarse en forma de barba en la piquera... al menos por un rato.
Aumenta el ingreso de agua y las pecoreadoras que se especializan en la recolección de propóleos aprovechan que el mismo está más fluido a esta hora para juntarlo. Hoy fue una buena jornada. Por encima de la zona de cría y de las reservas de polen se operculó una buena cantidad de miel. Hay que aprovechar el buen tiempo, no se sabe cuándo va a cambiar el clima."
fuente
César Alfredo Massaccesi