La técnica abreviada Hemos visto ya las grandes diferencias operativas que se paran el manejo del colmenar y su cosecha, y recordándolas resulta evidente que el punto verdaderamente débil del trabajo apícola está en esa primera parte MANUAL Y NO MECANIZABLE que necesitamos ACELERAR de alguna manera para que ella responda a nuestras necesidades de atender colmenares cada vez más grandes. Y resulta también evidente que si no la podemos acelerar por vía de su mecanización,
LO ÚNICO QUE PODEMOS HACER ES ABREVIARLA Esto se consigue de tres maneras y habrá muchos ejemplos de esto a lo largo de nuestro aprendizaje práctico: primero, se “devuelven” a las abejas todos aquellos trabajos que les fueron indebidamente quitados y que ellas pueden realizar por sí solas tan bien o mejor que nosotros, segundo, se aplica al resto – es decir a lo que todavía quede, en principio, a cargo del apicultor- un riguroso proceso de “tamización” que elimine drásticamente todo lo prescindible, y tercero, se somete lo que quede así de absolutamente indispensable a una selección muy estricta, eligiéndose, de entre los varios procedimientos que existen hoy para cada cosa, los más simples, fáciles y rápidos de todos. Y LA RESULTANTE DE TODO ESTO SERA, EN DEFINITIVA, LA TECNICA QUE VAMOS A EMPLEAR: LA “TECNICA ABREVIADA”. La autonomía de la colmena Como se verá muchas veces de aquí en adelante, la parte más importante de todo este proceso simplificador es la referida a la restitución a las colmenas de una cierta autonomía, que no otra cosa significa encomendarles toda una serie de tareas que hasta ahora estaban a cargo del apicultor.
Y el principiante podría preguntarse quizá si la colmena posee realmente suficiente capacidad de “autogobierno” como para asumir eficientemente ese rol protagonista que vamos a confiarle. 54 Por supuesto que sí, en su larguísima trayectoria de millones de años, las abejas han demostrado siempre una notable aptitud para manejar sus asuntos, a tal punto que no solo prosperaron en sus lugares de origen sino que también se expandieron por los tres continentes que formaban el Antiguo Mundo, de modo que no solo supieron resolver sus problemas ordinarios sino que afrontaron también y con todo éxito otros, nuevos para ellas, acomodándose así a las más diversas – y muchas veces, adversas – condiciones de vida. Y lo mismo ocurrió en los dos continentes restantes – América y Australia- a los que llegaron mucho más tarde de la mano del hombre blanco y donde se aclimataron y prosperaron enseguida. Por lo demás, si nos detenemos un poco en este punto, veremos que las abejas no han perdido en modo alguno esa capacidad de valerse por sí mismas, desde el momento en que se han mantenido totalmente independientes de nosotros ya que se procuran su propio sustento y se rigen exclusivamente por sus propias reglas, reglas que debemos acatar nosotros, los apicultores, si pretendemos manejarlas de alguna manera. Es decir que SOLO SOMOS DUEÑOS DE LAS COLMENAS PERO NO “AMOS” DE LAS ABEJAS. Y tanto esto es así que ahora mismo, si un enjambre nos abandona y va a anidar en el hueco de un árbol, se encontrará allí muy a gusto, mejor incluso que en una de nuestras colmenas “civilizadas” y lo más importante es que para esto no necesita readaptarse a nada, simplemente prosigue su vida normal.
Todo esto nos dice bien a las claras que LA ABEJA NO ES UN ANIMAL DOMESTICO y que, por lo mismo, está perfectamente capacitada para manejarse, salvo casos especiales, por sí misma y sin ayuda de nadie. Y esto nos dice también que lo que necesitamos es una técnica tan abreviada que se reduzca a solucionar esos casos de excepción que la colmena no podría resolver sola, y esto es lo que tratamos de obtener con nuestro sistema de trabajo. La colmena para la técnica abreviada Recapitulando y ordenando todo lo dicho hasta ahora, tenemos pues que esta es la apicultura extensiva: Grandes colmenares económicamente formados y bien manejados por poca gente.(única manera de obtener miel barata y en abundancia que nos hace falta), y ella se basa , fundamentalmente, en el buen manejo del FACTOR TIEMPO, en su economía más estricta, que permita, a menos minutos por colmena, abarcar cada vez más colmenas por apicultor y aumentar así al máximo posible sus ganancias. Así las cosas, es fácil de comprender que el hallazgo de algún tipo de colmena que, devolviendo a las abejas determinadas responsabilidades, liberara al apicultor de una buena parte de sus trabajos, sería de capital importancia para la obtención de nuestros objetivos. Desde luego que esto es perfectamente posible porque la colmena silvestre es “automática” ya que -como sabemos- ha prosperado por millones de años sin ayuda de nadie. Es así que, analizándola, podemos buscar las claves que necesitamos para resolver nuestro problema. En la Naturaleza, la colmena está regida, en cuanto a su autoacomodación a las distintas fases de su ciclo, por dos fuerzas contrarias y que alternadamente dominan una a la otra, por un lado la reina, que siempre 55 tiende a subir y expandir su nido hacia arriba, y por el otro está la miel, que al almacenarse siempre por encima de la cría y de arriba a hacia abajo “empuja” ese nido, devolviéndolo a su lugar y tamaño iniciales. Así, en primavera, cuando la reina está en plena postura y no hay mayor entrada de miel, es la reina la que domina y su nido se expande y sube, luego sobreviene un cierto período de equilibrio, pero al final el cuadro cambia por completo, ahora la reina disminuye el ritmo de su puesta y entra mucha miel, y así, bajo la “presión” de esa miel, el nido baja y se comprime, quedando al final compacto y como envuelto en reservas, listo para pasar el invierno.
En la reina, y mientras dure el período de su mayor postura, habrá que ir continuamente pasando panales de cría al alza, colocando en su lugar otros vacios. En otras palabras, habrá que expandir el nido a mano y panal por panal. Si optamos, en cambio, por la moderna doble cámara de cría –dos cajas grandes superpuestas- tendremos allí espacio suficiente, pero como ambas cajas le gustan a la reina por igual y ella siempre tiende a subir, ella tratará de “fijar” su nido en la caja de arriba, dejando más o menos abandonada la de abajo. Es por esto que en este caso la técnica indica hacer periódicas “inversiones” o sea desmontar la colmena cada tanto, para poner la caja superior – con lo principal del nido- sobre el piso, y la de abajo, más o menos libre, arriba. En suma que ahora, si bien ya no ampliamos el nido panal por panal, lo seguimos haciendo a mano, y lo que se gana así en rapidez y simplicidad del trabajo, se pierde en el enorme esfuerzo físico que esta operación obliga a realizar: para “invertir” un colmenar de solo doscientas colmenas, hay que movilizar cuatrocientas cajas, las que a solo 15 kilos por caja, hacen un total de seis toneladas. Y por lo demás, siempre tenemos al apicultor como el encargado –y el responsable- de que el nido se expanda bien. Pero obsérvese bien esto, si substituimos las caja superior de esta doble cámara de cría -caja que le gusta a la reina- por dos medias alzas, que no le gustan, ella ya no tratará de subir allí, salvo casos de extrema necesidad , y así, aunque tendremos un volumen más o menos equivalente al original (un poco más en realidad, -como para una reina o un año de excepción) EL FUNCIONAMIENTO DE LA COLMENA SERA COMPLETAMENTE DIFERENTE : SE HABRA VUELTO “AUTOMATICA”.
En efecto, en la primavera temprana, el nido (todavía es el nido invernal) estará siempre abajo, en la caja grande, que es donde debe estar, y las medias alzas estarán todavía llenas de miel sellada. Luego al comenzar la fase de la gran postura de la reina, el creciente consumo de la colmena irá abriendo progresivamente en la media alza una especie de cúpula vacía que la reina, una vez que hubo la caja inferior, se ve forzada a ocupar. Llegado a su máximo desarrollo, este nido se mantiene durante un cierto período totalmente lleno de cría, pero terminada esa fase “del nido grande”, la reina abandona enseguida las (para ella) odiosas medias alzas y se instala definitivamente donde más le gusta, en la caja inferior, y las medias alzas vuelven a llenarse de miel sellada con tal perfección que es muy difícil creer que la reina haya andado alguna vez por allí. Y en primavera el ciclo vuelve a empezar. En suma, hemos obtenido aquí un nido amplio y completamente ocupado por la cría, a su debido tiempo y sin traspaso de panales ni “inversiones” de ninguna clase, y al final, luego de todo el ciclo perfectamente recorrido, tenemos a la reina (o sea el nido “básico) donde debe estar, abajo y en un nido invernal, realmente impecable, porque nadie en el mundo puede hacerlo mejor que las mismas abejas.
Y TODO ESTO HA OCURRIDO SIN LA MENOR INTERVENCION DEL APICULTOR. Y si ahora comparamos todo este proceso, con la evolución anual de la colmena silvestre, veremos que son una misma cosa, es decir que explotando debidamente la aversión de la reina a las medias cajas, hemos encontrado el perfecto substituto para la “presión de la miel” que regula, como contrapeso de la tendencia a subir de la reina, el ciclo de la colmena salvaje, con lo que nuestra colmena vuelve a ser “automática”, ya que 57 amplía y reduce su nido por sí sola y de acuerdo a sus necesidades, lo que permite que se críe en ella una poderosa familia, sin ayuda de nadie. Devolvemos así a las abejas la total responsabilidad del manejo de su cámara de cría –un de los mayores trabajos del apicultor- y lo hacemos inducíéndolas, en vez de obligarlas, a que hagan lo que nos conviene. Tenemos aquí, pues, a la que hemos llamado “la colmena para la técnica abreviada”, y realmente es la “herramienta-base” sin la cual nuestro sistema de trabajo sería prácticamente imposible ya que no podríamos dar, sin ella, los dos pasos capitales de nuestra técnica: establecer como punto de partida, el principio de que TODA COLMENA QUE ESTA BIEN NO NOS NECESITA PARA NADA, y completarlo con la revisación abreviada, que nos permite saber rápidamente Y SIN ABRIRLAS, cuáles colmenas están bien y no nos necesitan, y cuáles no lo están y debemos ayudarlas.
Bibliografia:
Curso de apicultura metodo Manuel Oksman
Manuel Oksman