El sistema nervioso de la abeja está formado por el cerebro, un ganglio subesofágico pegado al cerebro por debajo del esófago y por una cadena nerviosa central. El cerebro envía nervios a los ojos simples y a los ojos compuestos, a las antenas, al labio y al cibario. El ganglio subesofágico envía nervios a las mandíbulas y a la probóscide. La cadena nerviosa está compuesta por dos pares de ganglios, uno por cada segmento, y unidos entre sí por una comisura y las cadenas posteriores por dos conectivos. En cada segmento estos ganglios se unen formando una masa bilobada, de modo que desaparecen las comisuras y los conectivos toman la apariencia de un cordón. Los nervios del primer ganglio torácico van hacia las patas delanteras; los nervios del segundo ganglio toráxico se dirigen hacia los músculos alares y al segundo y tercer par de patas.
En el abdomen existen otros cinco ganglios que regulan las funciones de los órganos de la respiración y también las digestivas. El último de estos ganglios se adhiere fuertemente al aparato vulnerador. En el zángano y en la reina, este ganglio controla el movimiento de los órganos reproductores y, además, en el caso de la reina, el proceso de la puesta de los huevos. Los ganglios segmentales controlan en forma independiente a sus respectivos órganos. Un insecto decapitado puede mover todavía sus patas y sus alas, aunque no es capaz de coordinar esos movimientos.
El cerebro está dividido en tres partes, más o menos definidas. La central consiste en dos lóbulos, recibe el nombre de protocerebro y está unida hacia los costados a los lóbulos ópticos; en la parte inferior se une a los lóbulos antenales periformes, denominados deutocerebro; detrás de éste se halla el tritocerebro, que es pequeño y está oculto por las otras partes. Es el que envía nervios al labro y a la frente.
Encajado en el protocerebro, debajo de los ocelos, está el corpora pedunculat, cuerpo pedunculado, también llamado cuerpo en forma de hongo. Juega un papel muy importante en la coordinación de las acciones del insecto a partir de la información recibida por los órganos de los sentidos; vendría a ser algo así como la central de inteligencia del animal.
El cerebro está mucho más desarrollado en la obrera que en la reina y el zángano; tiene un volumen cercano a un milímetro cúbico y posee alrededor de 850.000 células nerviosas. Si bien el cerebro del zángano parece grande, en realidad no lo es, sino que esa impresión se debe al gran desarrollo de los ojos compuestos.
En el tórax se encuentran dos ganglios torácicos, y los nervios que salen de primero de ellos van dirigidos al primer par de patas, los nervios del segundo ganglio van dirigidos hacia los músculos alares y al segundo y tercer par de patas. En el abdomen existen otros cinco ganglios que regulan las funciones de los órganos de la respiración, y de los intestinos. Los dos últimos algo mayores que los otros, regulan los órganos de la reproducción y el aparato vulnerador (aguijón). Como consecuencia de esta distribución del sistema nervioso cada una de las tres partes del cuerpo del insecto (cabeza, tórax y abdomen) funcionan más o menos independientemente. Esto lo podemos comprobar cortando la cabeza a uno de estos insectos y comprobaremos que el cuerpo puede seguir desplazándose de una parte a otra, mover las alas y proseguir sus funciones vitales durante un largo tiempo, muriendo irremisiblemente al final. Lo mismo nos ocurre si seccionamos el abdomen, el insecto puede continuar absorbiendo líquidos, néctar y jarabes, pero todo lo que ingiera saldrá inmediatamente por detrás hacia el exterior.
Fuente:
https://coronaapicultura.blogspot.com/2016/12/sistema-nervioso.html
https://apicultura.fandom.com/wiki/Aparato_nervioso
https://www.bloopatone.com/projects/nQ20Yr?fbclid=IwAR0QV6NZib4og7K-olU91z0XLWKVNYiikUfEmfgZTR9zD7OMJRTbs4JBUds