viernes, 16 de diciembre de 2016

APICULTURA Y EL MEDIO ORIENTE


 La apicultura, para muchos historiadores se remonta al año 2.400 a.C.

en el antiguo Egipto, mientras arqueólogos italianos localizaron colmenas de barro en la

isla de Creta con una edad aproximada de 3.400 años antes de Cristo.
De cualquier forma hasta donde se tienen registros, la miel ya era utilizada desde el 5.000 a.C. por los Sumerios.




Las utilización de  cilindros de barro y paja secados al sol, cuyas dimensiones alcanzan 1 metro de longitud, 30 centímetros de diámetro y cuyo espesor de pared es de un 5 centímetros, fueron y siguen siendo utilizados como  colmenas en países como Jordania, conviviendo con las colmenas modernas. Estos cilindros se apilan como en la ilustración inferior, rellenando las espacios existentes entre ellos con barro. Algunas de estas construcciones poseen tejado y  un pequeño espacio cubierto en la parte posterior, por donde el apicultor accede al interior de las colmenas, retirando la cubierta que cierra  la parte posterior  del cilindro, y extrayendo los panales de miel y procurando dejar la cría de abeja en el interior, con alguna reserva de miel para evitar que la colmena muera. Decir que existen unos pequeños orificios en el frontal de cada cilindro para permitir la entrada de las abejas.



Lo llamativo del descubrimiento de estas colmenas de barro, es que se 
encontraban dentro de un núcleo urbano densamente poblado. 
Sus dimensiones, 0,8 metros de largo y 0,44 metros de diámetro, con un 
espesor de 4 centímetros. Los cilindros se apoyaban en un soporte de madera. Se cree que estaban insertados en una estructura con techo. Existen dibujos egipcios mostrando un tipo de colmena semejante. Hasta esta excavación, otros restos de colmenas se habían encontrado en los patios de las casas y en granjas.
Para confirmar que dichos cilindros se utilizaron como colmenas, se analizaron los sedimentos de su interior, confirmándose la existencia de cera de abeja. 
Los autores de la publicación destacan “que las colmenas son muy poco 
habituales en los registros arqueológicos, y menos asociados a núcleos urbanos”. La cera de abeja y la miel tuvieron su importancia en este época, tanto en la economía local como en su utilización como medicina  y en rituales religiosos de la época. El que junto a los cilindros aparecieran restos de cerámica para realización de actividades de culto parece indicar que así fuera.



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