ante las floraciones importantes o masivas en el lugar de nuestro asentamiento debemos hacer una valoración que nos permitirá conocer:
superficie que ocupan las plantas interesantes.
distancia a que se hallan de las colmenas.
obstáculos que las abejas tienen que salvar.
facilidad de aprovisionamiento de agua en Verano.
acción del viento sobre las rutas de vuelo.
El primer factor tiene una importancia muy grande, pues cuanto mayor sea la superficie disponible también será mayor la capacidad de recolección. Es importante tener en cuenta que se produce una renovación constante en la secreción del néctar por las plantas pero tiene que transcurrir un cierto tiempo para que en los cálices de las flores se halle una cantidad aprovechable por las abejas, así podemos verlas que apenas posadas en un flor reemprenden el vuelo hacia otra, sucede que de no disponer de una cantidad abundante de pasto habrá un pérdida notable de tiempo y la cosecha será menor.
En segundo lugar la distancia a que las abejas tienen que volar para cosechar condiciona el número de vuelos que en un tiempo determinado pueden realizar, cuanto más cerca a la colmena se hallen los pastos mejor resultado se obtendrá. Las largas distancias exigen por otra parte consumo adicional de miel que es empleada como energía para volar y las abejas se hallan más expuestas a ser muertas por las circunstancias adversas y en caso de tiempo irregular no se atreven a salir perdiendo capacidad recolectora.
En tercer lugar consideramos la situación del colmenar teniendo en cuenta la peculiar forma de ver que las abejas tienen y que en ocasiones las lleva a remontar obstáculos por la parte más elevada, una casa por ejem, que se halla interpuesta en su camino recto al lugar de pecorea. Pueden así morir golpeadas contra los estorbos que no bordean como lo hacen otros animales. Esto es motivo para que de hallarse muy cerca de su colmena las hagan entrar en otra diferente, aunque en esta época del año son bien recibidas debemos procurar que esto no ocurra, y así en grupos de tres o cuatro la deriva solo es la propia de ese pequeño grupo y evita muertes de abejas golpeadas contra obstáculos inmediatos por el viento.
Los colores identificativos son necesarios para la orientación de las futuras madres, y para dar seguridad a las pecoreadoras cuando regresan del campo al no perder tiempo en localizar los grupos desde lejos.
Las grandes extensiones de agua muy cerca son un obstáculo casi insalvable reduciendo el radio de actividad, lo mismo las montañas muy elevadas que no son remontadas para pasar al otro lado.
Como cuarto factor consideramos la facilidad de aprovisionarse de agua al conocer que el consumo es muy elevado y que sobretodo en verano tienen que recogerla de los manantiales cercanos. Algunos días por la mañana podemos ver abejas posadas en las plantas tomándola del rocío de la noche, cuando por el clima esto no sucede debemos colocar bebederos apropiados para que siempre se halle en condición siendo útil plantar plantas acuáticas, se ha podido comprobar como recogen agua salada posadas en las rocas del mar o sobre las algas en la playa, posiblemente la usen de forma indistinta recogiendo una u otra según la facilidad y la cercanía.
En quinto lugar valoramos la influencia de los vientos dominantes al saber que en los días en que son más fuertes las abejas apenas salen al campo por ser arrastradas fuera de las rutas de aprovisionamiento, si son moderados 20 -30 km ., si salen y es entonces cuando la disposición del colmenar es importante, según se halle encontrarán mayor riesgo de resultar dañadas o muertas al golpearse contra los muros o paredes, si caen entre las hierbas en general emprenden el vuelo resultando de ello solo una pérdida de tiempo, pero sobretodo en las remociones y si el colmenar está algo en sombra las arrojadas fuera de las piqueras y que llegan muy cargadas se enfrían en el suelo y no levantan vuelo resultando una mortandad notable todos los atardeceres, para evitarlo se deben prolongar hacia adelante todos los tableros de vuelo hasta alcanzar los 30 cm . ý así si caen algo fuera de la piquera caen en el tablero y entran andando.
Resulta sencillo comprobar visualmente sus preferencias de vuelo y determinar el riesgo que corren cuando el viento las obliga a variar de dirección, si cuando esto ocurre se acercan demasiado a cualquier objeto contra el que pueden resultar muertas, las colmenas serán cambiados hasta lograr corregir la dirección de salida-entrada en el sentido conveniente, lo cual solo lo veremos realizado cuando las nuevas pecoreadoras se orienten en sus primeros vuelos, las más viejas de no ser la diferencia de situación muy significativa seguirán utilizando su ruta anterior aunque en ocasiones les sea preciso dar un rodeo hasta hallar su piquera.
El sexto factor que anotamos se refiere a las perturbaciones ajenas generadas por las condiciones ambientales cercanas, la proximidad de una carretera ocasionará una gran mortandad si es atravesada por ellas en días de viento cuando, como es su costumbre, vuelan rasantes. Un ferrocarril cercano ocasionará una motivación a la agresividad por las fuertes vibraciones que produce y que causan irritación continua, llegando las colonias a ser muy difíciles de manejar.
Las fábricas cercanas suelen ser emisores de gases a menudo tóxicos y de sustancias que al depositarse en las plantas impiden una correcta pecorea. Deben alejarse las abejas de todos esos emisores situándolas donde todas o la mayoría de las condiciones sean más favorables, una buena cosecha depende de ello.
Es interesante señalar que en ocasiones son las abejas las que resultan perturbadoras de la actividad de las personas que cultivan los campos en las inmediaciones, en general se admite que esto ocurre por tener en esos los lugares el vuelo rasante, un seto de unos dos o tres metros situado a unos diez o quince de las primeras piqueras lo que las obliga a elevar el vuelo, en general se soluciona el problema, en casos extremos es necesario desplazar las colonias.
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