LA POLINIZACIÓN ENTOMÓFILA, UN CASO ESPECIAL DE MUTUALISMO
En ecología el término MUTUALISMO, puede definirse como un tipo de asociación interespecífica en la que las dos especies implicadas obtienen beneficios mutuos y los individuos de cada una de sus poblaciones, crecen, y/o sobreviven, y/o se reproducen, con una tasa superior cuando se hallan en presencia de individuos de la otra especie mutualista. Y evidentemente los beneficios que aportan a cada socio superan los costes que pudieran ocasionar la mencionada asociación. A parte de los mutualismos asociados a la agricultura y ganadería del Homo sapiens, uno de los mutualismos ecológicos más espectaculares que existen en la naturaleza, es el mutualismo de polinización. Así es, la mayoría de las flores polinizadas por animales ofrecen néctar y/o polen como recompensa para sus visitantes.
La polinización cruzada es el transporte del polen desde las anteras de una planta, hasta el estigma del pistilo de otra planta distinta. En variedades compatibles se produce la fecundación y ese grano de polen en contacto con el estigma, emite el tubo polínico y penetra en el ovario, transformándose el ovario en fruto y el óvulo fecundado en semilla.
Al parecer el néctar, las formas, los colores y los aromas no tienen otro valor para la planta que el de atraer a los animales, y representa un coste que la planta hubiera podido utilizar para otros menesteres, sin embargo el beneficio que obtiene es el de la polinización a través de un vector animal del polen. En plantas cultivadas y silvestres la polinización provoca un incremento de la producción, (aumentando el número y el tamaño de los frutos) y el incremento de su diversidad genética. Así mismo provoca un aumento importante del número de frutos cuajados y de la calidad del cuajado, y también produce una mejora de la calidad de los frutos obtenidos.
Las presiones evolutivas reciprocas han desembocado, en algunos casos, en una COEVOLUCIÓN en la que los mutualismos son tan estrechos que la interacción se ha dirigido hacia vías de especialización cada vez más restringidas y el mutualismo pasa a ser obligado, al menos para una de las dos especies implicadas. Los polinizadores de vida más prolongada, como son los murciélagos, los roedores, o las abejas con sus colonias de vida larga, es más probable que sean generalistas, visitando las flores de diferentes especies durante las distintas estaciones, o bien tomando alimentos diversos cuando no existe néctar disponible.
Diversos animales han establecido relaciones de polinización con las plantas en flor; entre ellos se encuentran los colibríes, los murciélagos e incluso algunos pequeños roedores y marsupiales. Sin embargo, los polinizadores por excelencia son indudablemente los insectos y por ello merece la pena profundizar en las características de su mutualismo su importancia y su problemática.
LA ABEJA DE MIEL, POLINIZADOR MAYORITARIO
Resulta indiscutible que el beneficio en polinización, llevado a cabo por las abejas y el resto de polinizadores, favorece la fecundación y fructificación, por lo que contribuye directamente en la conservación de especies amenazadas (animales y vegetales) y la diversidad biológica. De ese modo se garantiza la renovación y mantenimiento de la cubierta vegetal, reduciendo el riesgo de erosión, constituyendo una medida activa de protección. Desgraciadamente, no existen suficientes estudios científicos sobre el tema y sería necesario el desarrollo y puesta en marcha de programas de investigación que permitan evaluar y cuantificar los efectos beneficiosos producidos por los polinizadores en los ecosistemas.
Las conclusiones de los estudios de las últimas décadas, nos alertan de la tendencia creciente a la desaparición de los polinizadores y de las graves consecuencias que su déficit provoca. La causa principal de este crítico descenso se puede atribuir, directa o indirectamente, a la intervención de la especie humana. La aplicación de insecticidas de uso agrícola, las incesantes transformaciones de terrenos forestales en agrícolas y la urbanización intensiva, provocan la destrucción continua de los hábitats naturales de los polinizadores. Muchos de ellos anidan en el suelo, bien para reproducirse o para hibernar, y todas las operaciones que implican el movimiento del suelo eliminan inevitablemente una gran cantidad de individuos. Por otra parte, si se reducen las zonas con flora autóctona, también lo hacen las fuentes de polen y néctar, que son la base de la dieta de la mayoría de los polinizadores. Los incendios repetidos, la sequía prolongada, la pérdida de suelo a causa de las lluvias torrenciales, han acelerado el proceso de desertización de nuestras tierras.
La abeja mellifera, es el principal insecto polinizador que existe en la naturaleza, su abundancia puede variar entre el 60 y el 95 % de todos los polinizadores. Esta reconocido a nivel de la comunidad científica mundial, que la miel y el resto de productos procedentes del colmenar, son insignificantes en comparación con el principal beneficio que reporta la apicultura: la polinización de cultivos y especies vegetales silvestres. Este hecho, muchas veces ignorado, es de importancia crucial en un contexto general de deterioro ambiental. Según estimaciones de la F.A.O y de la Unión Europea, el valor de la polinización de las abejas, es de 20 a 30 veces superior el valor de la miel y el resto de productos apícolas. En un reciente sobre la importancia de los polinizadores en la Comunidad Valenciana, editado por La Unió de llauradors i Ramaders-COAG, se pone de manifiesto que el beneficio generado por los polinizadores supera los 100.000 millones de pesetas anuales, sólo en el sector agrario (el 30-40% de la producción final agraria). Y la parte correspondiente a la abeja de la miel ronda los 80.000 millones de pesetas.
La apicultura valenciana, ocupaba el primer puesto de la apicultura española hasta hace pocos años. Actualmente, ocupa el 2º lugar en producción de miel y censo de colmenas. Hay unos 1600 apicultores que se reparten unas 350.000 colmenas. De ellos, buena parte son profesionales que viven en gran parte de la venta de la miel, polen y cera. La producción de miel oscila entre los 7-8 millones de Kg., la de cera en torno a los 250.000, la de polen, que es muy variable, podríamos situarla en unos 150.000 Kg.. Esto supone un aporte a la producción final agraria de unos 15 millones de euros, pero como decíamos anteriormente, esta cantidad hay que multiplicarla por 30 para, en justicia, añadir el valor generado por la polinización de las abejas melíferas.
Pero la amenaza también se cierne sobre la abeja melífera, cuya población también disminuye. Las 8.800.000 colmenas europeas están acosadas por patologías cada vez más difíciles de tratar, también existen graves problemas de intoxicación y pérdida de colmenas por la aplicación de ciertos productos fitosanitarios, además hay que añadir los efectos que sobre los apicultores profesionales tienen las mieles de importación (el precio medio de las importadas es de 1,11euros/kgr, frente a 2,05 euros/kgr de las europeas ). En estas condiciones, el aumento de los costes de producción, la disminución del rendimiento y la dificultad de recuperar las colmenas perdidas, el desánimo hace mella entre los apicultores europeos, esta actividad ya no atrae a los jóvenes y el número de ellos que se incorporan ha disminuido drásticamente, a pesar de que constituye una alternativa para el delicado tejido rural y de que está bien integrada en el medio natural. La producción de miel europea cubre sólo el 50% de su demanda interna, pero aún siendo ésta una buena causa, la razón principal para garantizar la pervivencia de la apicultura es la de mantener una población mínima de polinizadores, antes de que resulte imposible solucionar los problemas derivados de su déficit: Conservación de la flora natural, protección de la biodiversidad y producción agrícola.
LA APICULTURA Y LA POLINIZACIÓN DE CÍTRICOS
En otros países las abejas son respetadas y consideradas como protectoras del Medio Ambiente, por esos probados beneficios antes mencionados. Sin embargo, lamentablemente en la Comunidad Valenciana, pionera en la apicultura española, en demasiadas ocasiones, la abeja es tratada como una ladrona de néctar y polen, y los apicultores casi como delincuentes, tal y como veremos a continuación.
La producción teórica de miel de azahar es de 6000 toneladas al año, sin embargo, durante las dos últimas campañas, la producción real anual de miel de azahar, se estima que difícilmente ha alcanzado las 1000 toneladas y las expectativas para la presente campaña 2002 son similares.
La crisis del Sector apícola viene de lejos y está motivada por múltiples causas. Pero, sin ningún género de dudas, la causa principal de este crítico descenso de producción ha sido la aplicación de la normativa restrictiva al respecto ( Decreto 33/2000 y 37/2001), que ha imposibilitado, en gran medida, la producción de miel de azahar en la Comunidad Valenciana y ha favorecido la entrada de mieles de importación. Esta normativa, ha obligado a los apicultores a un destierro forzoso, situando sus colmenas a más de 5 k.m lineales de las plantaciones de cítricos en floración y sufriendo las consecuencias de los tratamientos insecticidas en plena floración citrícola. Los apicultores, en el mejor de los casos, han debido buscar floraciones alternativas sobresaturadas, aumentando los costes de producción y disminuyendo considerablemente el rendimiento y rentabilidad de sus explotaciones, debiendo hacer frente a las recientes inversiones realizadas para la mejora y modernización de sus explotaciones.
Como consecuencia de la aplicación de estos Decretos, se produce un enorme déficit de polinizadores y se pierden esos efectos beneficiosos anteriormente indicados, causando un gran perjuicio sobre la biodiversidad y sobre ecosistemas amenazados. Debemos tener en cuenta que, por un lado están las abejas trasladadas voluntaria o involuntariamente, y por otro, el exterminio directo de polinizadores y otras especies, (algunas de ellas amenazadas) causado a través de pulverizaciones sobre los cítricos en floración, permitidas en los mencionados Decretos y con productos nada selectivos. Todo esto supone un grave atentado contra la biodiversidad y el ecosistema en general, precisamente este año 2002 que ha sido declarado por la Consellería de Medi Ambient, el año de la biodiversidad en la Comunidad Valenciana. No tiene sentido gastar miles de millones en promover la lucha biológica, declarar el año de la biodiversidad y por otro lado exterminar a todo bicho viviente con estos tratamientos nada selectivos.
La problemática de los asentamientos de colmenas en cítricos se inició hace casi una década, rompiendo la convivencia pacífica de cientos de años. Es a partir de los años 90, cuando empiezan a proliferar las plantaciones de variedades híbridas de mandarinas, con el objetivo de prolongar el periodo de producción de mandarinas y “desestacionalizar” la oferta, sin tener en cuenta el hecho, ya constatado con anterioridad, de que causaban problemas de semillas al producirse la polinización cruzada entre estos mandarinos y el resto de variedades cultivadas.
Estos híbridos, introducidos de modo clandestino, se fueron extendiendo y con ellos el polen “contaminante” causante del problema, sin pasar ningún periodo de experimentación. Desde entonces las distintas administraciones que han pasado por el Gobierno Valenciano, han coincidido en su invalidez manifiesta y en su incapacidad para solucionar el grave problema de la aparición de semillas en las mandarinas. Las únicas medidas puestas en marcha para tratar de limitar los efectos de la polinización cruzada entre plantaciones de cítricos, únicamente se han limitado a condenar inútilmente a las abejas, a los apicultores valencianos, al resto de cultivos y al ecosistema en general.
Además, al comparar la importancia socioeconómica de ambos sectores, la Conselleria siempre ha utilizado un argumento económico erróneo para justificarse (Sector citrícola= 45 % de la producción final agraria/ sector apícola=0´5 %), olvidando que el problema de la presencia de semillas sólo afecta a una parte del sector citrícola y el déficit de polinizadores está afectando negativamente a la mayoría de explotaciones citrícolas. El valor de la polinización de las abejas de la miel representa la cifra, nada despreciable, de unos 80.000 millones anuales y el valor económico de la producción de las variedades híbridas, difícilmente alcanza los 25.000 millones anuales.
Desde que se inició el problema de la aparición de semillas en las plantaciones de cítricos en la campaña 92-93, la opinión de La Unió de Llauradors i Ramaders-COAG viene siendo la misma, pensando que la solución definitiva a este problema pasa por una correcta reordenación y planificación de las plantaciones de cítricos presentes y futuras.
Los numerosos estudios científicos realizados desde hace más de 50 años en la amplia gama de agrios existentes, indican que, salvo contadas excepciones, la polinización provoca un incremento de la producción -aumentando el número y el tamaño de los frutos, un aumento importante del número de frutos cuajados y de la calidad del cuajado y también una mejora de la calidad de los frutos obtenidos.
Sirva de ejemplo destacable el interesante estudio publicado en la revista Levante Agricola (nº 352, 4º trimestre de 2001) sobre la polinización de la variedad “Fortune”, el híbrido de mandarino más abundante. En él se exponen dos conclusiones que evidencian el error cometido en la plantación de esta variedad y ridiculizan a los promotores de la idea de eliminar a los polinizadores de la zona citrícola: “Para obtener adecuados niveles de producción en Fortune sin problemas de semillas, sería necesario que las plantaciones estuvieran aisladas (...) de otras variedades compatibles. La introducción de insectos polinizadores en plantaciones aisladas de mandarina Fortune mejoraría la producción y calidad del fruto, al carecer éste de semillas
La Administración debería solucionar definitivamente el problema de la aparición de semillas en las plantaciones de cítricos, estableciendo una correcta planificación y reordenación de las plantaciones citrícolas presentes y futuras. De ese modo, se solucionaría el principal problema de la apicultura y se podrían recuperar los beneficios en polinización que se pierden año tras año.
Enrique Simó Zaragoza
Biólogo y veterinario
Técnico del sector apícola
Unió de Llauradors i Ramaders - COAG
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