La abeja posee tres pares de patas, que además de cumplir con la función de locomoción son las herramientas indispensables para la recolección y el transporte de polen, propóleos y cera; y son las responsables de la limpieza de las antenas de la abeja.
Las patas son articuladas por ello pertenecen a la clase Arthropoda y se dividen en varios segmentos. Los nombres de los segmentos, a partir del tórax son: la cadera o coxa, que se une al cuerpo por medio de una cavidad articular; el trocánter que es un pequeño artejo de forma cónica que une la cadera con el fémur; el fémur, que está formado por una pieza larga y robusta, provista de pelos; la tibia, que presenta un extremo agudo que se articula con el fémur y termina en otra zona ensanchada y amplia en su parte inferior, lo cual le da el aspecto de un triángulo; el tarso, formado por cinco artejos (tarsitos) de los cuales el primero (basitarso) es el más desarrollado, de un largo aproximado al de la tibia, de forma cuadrangular.
El segundo, tercero y cuarto artejos decrecen paulatinamente de tamaño y poseen cada uno de ellos una base con ápice agudo. El quinto artejo (pretarso) también es estrecho, pero es más largo que los anteriores. Este segmento está provisto de dos uñas con las cuales la abeja puede aferrarse a superficies ásperas; entre estas dos uñas se encuentra el arolio, a la manera de una almohadilla que le permite a la abeja adherirse a superficies lisas.
Las patas de la abeja, además de ser órganos de la locomoción, funcionan como elementos de limpieza y de trabajo, para lo cual están provistas de dispositivos especiales.
En las patas pro torácicas está ubicado el limpia-antenas, dispositivo muy necesario pues, en las antenas se encuentran ubicados importantes órganos sensitivos. En la parte inferior de la tibia existe una especie de espolón ensanchado por dos plaquitas, llamado fíbula, que puede cubrir la cavidad mencionada.
Para limpiar la antena, la abeja la introduce en una concavidad ubicada en la parte superior del basitarso y con una flexión la aprisiona allí con el espolón; luego tira hacia adelante, haciendo deslizar la antena por dentro. Para efectuar la limpieza con mayor prolijidad, la concavidad tiene en su interior una apreciable cantidad de pequeños pelos quitinosos. Todos los individuos de la colonia poseen este dispositivo. Los pelos del basitarso de esta pata se utilizan a manera de cepillo para quitar el polvo, polen o cualquier otro elemento de la cabeza. El basitarso del segundo par de patas, que es algo aplanado, está recubierto en su interior con pelos que actúan como cepillos para retirar el polen del tórax y pasarlo a las patas posteriores.
El tercer par de patas posee uno de los aparatos más sofisticados que existen en el cuerpo de la abeja; se trata del mecanismo para recolectar polen y transportarlo hasta la colmena. Para ello la tibia del tercer par está muy ensanchada y en su parte externa inferior tiene una depresión denominada corbícula; está rodeada de fuertes pelos quitinosos, curvos, que ayudan a sostener la carga de polen que transportan.
En la parte superior del basitarso está el prensa-polen o auríula. En la parte inferior de la tibia se halla ubicado el peine o rastrillo, que trabaja en combinación con el prensa polen. Las corbículas sirven también para transportar el propóleos. El polen recolectado por las abejas se humedece con miel regurgitada desde el estómago, tornándose pegajoso; en ese estado se pasa a las patas posteriores, donde los cepillos que allí se encuentran lo mezclan con polen seco. Durante el vuelo, la abeja frota sus patas posteriores y retira el polen de los cepillos de cada pata con el rastrillo de la pata opuesta. Este rastrillo consiste en una fila de espinas anchas y puntiagudas, similares a los dientes de un peine, ubicadas en la tibia. Desde el rastrillo el polen cae en la aurícula; donde queda retenido por una hilera de pelos.
La unión tibio-tarsal, llamada comúnmente "prensa-polen", se cierra a continuación por medio de la flexión del tarso, y el polen de la aurícula queda aplastado. El polen entonces emerge por el lado exterior de la pata, donde lo retienen los pelos largos y curvos de la corbícula de la tibia. Luego las patas del medio convierten a las cargas en masas compactas. Ya en la colmena, las patas del par del medio descargan las pelotitas de polen, y las ubican en las celdas, para que otras abejas obreras lo almacenen definitivamente.
Para el transporte del propóleos también intervienen las patas. Las abejas retiran el propóleos de las yemas de los árboles con la ayuda de las mandíbulas lo toman en pequeñas cantidades que luego pasan a una de las patas anteriores. La pata trasera del mismo lado se empuja hacia adelante, mientras la pata del medio presiona el propóleos hacia el interior de la corbícula. Ya en la colmena, otra abeja descarga a la recolectora. Las patas traseras se utilizan para retirar las escamas de cera secretadas por las glándulas cereras ubicadas en el abdomen. Las placas o escamas se desprenden por medio de los cepillos del polen y se empujan hacia atrás. La cera se retira de las patas con las mandíbulas y, luego de amasarla, las abejas la emplean en la construcción del panal.
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