Para poder desarrollar sus funciones vitales y perpetuar la especie; la abeja requiere proteínas, carbohidratos, minerales, grasas, vitaminas y agua Las proteínas les resultan imprescindibles a las abejas para la alimentación de las larvas, el completo desarrollo de las abejas jóvenes y la reparación de las células y órganos en las abejas más viejas. El polen es la principal fuente de proteínas, que las abejas recolectan de un gran número de flores y satisface también los requerimientos de minerales, lípidos y vitaminas. Los requerimientos anuales de una colmena varían entre 20 a 40 kg de polen por año y según el contenido proteico se clasifican en: Pólenes que no sostienen el crecimiento y desarrollo de la colonia, con contenido de proteína cruda menor o igual al 20%. Tal es el caso de cardos, arándano, cítricos, roseta, lavanda, maíz, girasol, pino y sauce.
Pólenes que sostienen una colonia, pero sólo bajo condiciones de flujos suaves de miel; cuyo contenido varía entre 20 y 25% de proteína cruda. Corresponden a esta categoría eucaliptus, canola, mostacilla, haba y abrepuño. Pólenes que poseen más del 25% de proteína cruda, que podrían abastecer a las colonias que están en flujos fuertes de miel, siguiendo la crianza. El polen de flor morada, almendro, varios tréboles, algunas especies de eucaliptus, lupines y pera tienen estas características. La colonia normalmente recolecta polen de diversos orígenes florales, y de esta manera asegura el balance de los nutrientes esenciales para la abeja.
Con excepción de las que se encuentran en monocultivos. Requerimiento estacional de proteína En invierno, el consumo es mínimo debido a la reducción o inexistencia de cría en la colmena. Las necesidades proteicas de la colonia se cubren principalmente a partir de las reservas corporales y del pan de abejas. A la salida del invierno se reanuda la cría con lo que comienzan a aumentar los requerimientos proteicos y vitamínicos de la colonia. Durante la primera etapa, las necesidades serán cubiertas por las reservas corporales y del pan de abejas, y progresivamente con la entrada de polen. Es una etapa de alto requerimiento de proteína. La primavera es una estación de alta probabilidad de deficiencia proteica, ya que hay gran desarrollo de la cría, muchas obreras en la colonia y pocas pecoreadoras.
En verano, con abundantes floraciones y una intensa actividad de las pecoreadoras, las deficiencias de polen son raras y ocurren generalmente cuando las colmenas se encuentran en áreas de monocultivos de especies de bajo valor nutritivo, como girasol y eucaliptus o cuando las condiciones ambientales son desfavorables. En otoño, las abejas requieren altos niveles de proteína corporal para prepararse para el invierno. Las proteínas en la abeja El contenido proteico del cuerpo de las abejas puede variar del 21 al 67% y resulta un factor determinante en la longevidad de las mismas.
Algunos estudios mostraron que cuando el contenido proteico corporal de las abejas de verano excede el 40% pueden vivir más de 45 a 50 días, mientras que las que sufren una disminución por debajo del 40% viven entre 20 y 26 días. En cuanto la disponibilidad de polen disminuye, de igual forma la proteína corporal. Mientras buena cantidad de polen esté disponible y se incremente el área de cría, un polen de 20 a 21% de proteína no será suficiente para incrementar también la proteína corporal. La proteína corporal se ve reducida por producción de miel y cera, tiempo frío o caluroso y aumento de la crianza. Se ve aumentada por la recolección de mucho polen con más del 20% de proteína, y si no son forzadas a producir demasiada miel. Es en los cuerpos grasos de las abejas que se produce la síntesis y almacenamiento de lípidos, carbohidratos, aminoácidos, proteínas y otros metabolitos. De las cinco proteínas consideradas de reserva en Apis mellifera, la vitelogenina es la mayoritariamente representada. Si bien es necesario conocer los requerimientos de la colonia de abejas, no es suficiente, debido a que se ha reducido paulatinamente la flora espontánea, principalmente por el incrementado del área cultivada y el uso de herbicidas. Por lo tanto, es necesario disponer de información de la oferta floral del lugar en que se encuentra el apiario y la influencia de las condiciones climáticas en la cantidad y calidad de néctar y polen que producen.
fuente
Lic. Graciela Rodríguez, Dra. Marina Basualdo
Bioq. Soledad García Paoloni
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