Por eso, la aceptación de otra reina (sea cual fuere su procedencia) suele ser conflictiva. El caso más complicado es cuando queremos reemplazar la de una colmena instalada. La primera medida es orfanizar la familia matando su reina y dejándola en el interior de la colmena. Las obreras reconocerán inmediatamente la pérdida y comenzarán a levantar celdas reales a partir de larvas jóvenes. Dejamos transcurrir cuatro días y revisamos concienzudamente cada cuadro destruyendo todas las celdas reales. Como no quedan larvas de corta edad la familia habrá perdido la oportunidad de procurarse a sí misma una reina. Allí es dónde el apicultor aprovecha el estado generalizado de orfandad para ofrecerles la alternativa del reemplazo con una reina fecundada, ya sea producida por él mismo o adquirida. La reina se introduce en una jaula. Hay infinidad de modelos: algunas en las que la reina viene acompañada por un séquito de nodrizas (6 o 7), otras en las que la reina fecundada se encuentra sola. La jaula está parcial o totalmente formada por una malla que evita el contacto directo de las obreras con la nueva reina, pero permite a través de ella su alimentación. Aún cuando hayan decidido eliminarla la van a alimentar. En general las familias agresivas suelen darnos algunos dolores de cabeza a la hora de cambiarles la reina.
Suele ocurrir que aunque no la maten inmediatamente, la dejan comenzar la postura, levantan celdas reales, la eliminan y allí se fue nuestra inversión. En estos casos conviene dividirla totalmente, hacer tres o cuatro núcleos, mezclar con abejas procedentes de otras colmenas y colocarles una reina a cada uno de ellos. Referente a la introducción de la jaulita, esta debe estar en el centro de la cámara de cría, ya sea colgada entre los cabezales o sobre ellos (dependiendo del formato). Se destapa el orificio con candy y lo perforamos para facilitar la liberación de la reina por parte de las obreras. Usualmente desde el principio es posible ver la actitud de las abejas hacia la nueva soberana. Algunas jaulas vienen rociadas con feromonas que inducen a las obreras a aceptarla. Esto sumado a varios días de orfandad favorece la buena recepción. A los tres días de introducida la jaulita, debemos constatar que la reina haya sido liberada. En caso contrario hay que abrir la jaula y permitirle a la reina salir.
No hay que generar muchos disturbios. Recordemos que la nueva reina atraviesa un período de prueba en el que las obreras evalúan su capacidad de postura y la hacen responsable de cualquier anomalía. Por eso es necesario, extremar los cuidados, evitar movimientos bruscos, y el abuso del ahumador. Si constatamos que está libre no conviene prolongar la revisión. Hay que dejarla tranquila para que se afiance en su puesto.
fuente
César Alfredo Massaccesi
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